
Una valiosa recopilación de Tobías Rosenberg
El “Boletín de la Asociación Tucumana de Folklore” fue una muy valiosa publicación. En el número 7-8, de noviembre-diciembre de 1950, el director, Tobías Rosenberg, con la colaboración de Ana María Ávila y Lola Dupuy, publicó una serie de creencias y supersticiones populares recogidas sobre el embarazo. Vale la pena una picada sobre ese colorido material.
Cuando la mujer espera un niño, al marido le duelen las muelas hasta que nace. El niño tendrá una buena cabellera si la futura madre experimenta escozor en la garganta o si tiene acidez de estómago. La embarazada no debe matar arañas, porque se arriesga a dar a luz un hijo con el labio leporino. Tampoco puede matar víboras, porque el vástago, en lugar de caminar, se arrastrará. En general, si la embarazada elimina cualquier animal, la criatura nacerá con instintos criminales.
Si se rasguña el vientre con una pata de pollo, el niño será muy vivaracho e inquieto. Si quiere que salga parecido a determinada persona, debe mirarla asiduamente; y si aspira a que la criatura sea linda, debe mirar “cosas bellas”. Si desea que su hijo tenga el pelo crespo, ha de beber esa espuma que se forma en la leche cuando está próxima a hervir. Durante la gravidez, no debe coser a máquina ni tejer, porque estas actividades harán que el cordón umbilical envuelva el cuello del niño y lo asfixie. Para saber el sexo de la criatura, se hace caminar a la futura madre: si inicia la marcha con el pie derecho, nacerá una mujer, y si es con el izquierdo, será varón.
Si el niño está en mala posición dentro del seno materno, la embarazada debe hacer “tumba cabeza” o “vuelta carnero”.