
Solidaridad con el gobierno de Lucas Córdoba.
Dice mucho sobre la calidad personal del ilustre tucumano, doctor Ernesto Padilla (1873-1951), su actitud en la Cámara de Diputados de la Nación. El 17 de mayo de 1903, el cuerpo trataba el diploma del electo Eduardo Elordi, y el diputado Eliseo Cantón, para impugnarlo, lanzó una dura crítica al gobierno de don Lucas Córdoba, que acababa de concluir.
Padilla pidió la palabra. Recordó que, aunque había disentido con la administración Córdoba en sus tramos finales, “no puedo detenerme ante las divergencias de ese momento, para aparecer desconociendo y olvidando lo que he aceptado y reconocido en ella como encuadrado dentro de mis ideas políticas”. En efecto, hasta el momento en que decidió apartarse, “ha contado con mi modesta pero leal y entera adhesión”.
Agregaba: “De manera que del lote de responsabilidades cívicas que sobre ese gobierno se proyecta, me corresponde también una parte que me apresuro a recoger sin reticencias ni atenuaciones, con la misma sinceridad que determinó mis simpatías hacia aquel gobernante”. Estaba seguro de que la opinión, por encima de los errores, “ha de encontrar como obra inconfundible suya, bien marcada, un hondo surco de acción fecunda y progresista, tan trascendental en algunas iniciativas para la economía regional, que la provincia ha de recordar siempre con orgullo y ha de mostrar, con honor para la intención y el esfuerzo que les dio vida”.
No quería escudarse, para esquivar su responsabilidad, “en razones de política actual, porque ellas no podrán borrar la lealtad de mis propósitos ni el concepto que me merece la acción de aquel gobernante”.