El acta de exhumación, levantada en 1829
El coronel Manuel Dorrego tiene sabida vinculación con Tucumán. Estuvo al mando de una de las compañías de infantes que se batieron en la gloriosa batalla del 24 de setiembre de 1812. Luego, residió largo tiempo en esta ciudad, antes y después de la victoria de Salta y las derrotas que siguieron, en Vilcapugio y Ayohuma. Como se conoce, enredado en las guerras civiles cuando era gobernador de Buenos Aires, fue fusilado el 13 de diciembre de 1828.
Al año siguiente, por orden de Juan Manuel de Rosas, fueron exhumados sus restos, que estaban sepultados en San Lorenzo, un pueblo del partido bonaerense de Navarro, para llevarlos a la Recoleta. El historiador Ángel J. Carranza publicó el acta de exhumación, firmada por el doctor Cosme Argerich.
El médico expresaba que procedió a desenterrar el cadáver, el 14 de diciembre de 1829. Lo primero que divisó fueron los pantalones, “de paño oscuro”. Luego, “levantando con gran cuidado la tierra que cubría el pecho, descubrimos el hombro izquierdo. Acto seguido apareció la mandíbula inferior con todos sus dientes. Limpiándolo de la tierra que lo cubría, se vio intacto el cuello cubierto por una corbata de seda negra”. Se veían “huellas de balazos en el rostro y en el cuerpo. También apareció el pañuelo de seda y de color amarillo con que le fueron vendados los ojos en su ejecución”.
Después, “se sacó la tierra que cubría el pecho y el brazo izquierdo, y se encontró la chaqueta con la que estaba en ese momento fatal, y que era de una tela de lana llamada escocesa”. Agregaba Carranza que esa chaqueta, era la que le había dado el general Gregorio Aráoz de La Madrid, antes de enfrentar el pelotón. Dorrego le entregó la suya, de color oscuro, para que la llevara a su esposa Ángela Baudrix.