Una sesión secreta para examinar las pautas.

La sesión del Congreso del 17 de diciembre de 1816 no fue pública sino secreta. Se trató largamente el oficio del Director Supremo, Juan Martín de Pueyrredón, en las negociaciones con la Corte del Brasil. De la confusa redacción del acta, surge que el Director insistía en que el rumbo que debe seguirse en esas negociaciones, “debe ser el de exigir, como un paso preliminar, el reconocimiento de nuestra Independencia de un modo público a los pueblos, para entrar entonces en las negociaciones con el carácter y dignidad correspondientes”.

Opinaba el Congreso que el Director no había reparado en que, en las instrucciones dadas al negociador, se prevenía, “como un artículo preliminar, que toda negociación o tratado debía girar sobre la base precisa de la Independencia del país”. La idea era obtener “un tratado razonable, decoroso y digno, que sin sujetar a la nación contratante al forzoso presupuesto de la solemnidad requerida, dejase asegurado el carácter nacional de la estipulación del ajuste con la garantía necesaria”.

Por este problema “y otros que se dedujeron” se acordó nombrar una comisión que formulase un proyecto de contestación al Director Supremo. Estaría integrada por los diputados Tomás de Anchorena y Teodoro Sánchez de Bustamante.

Se trató luego el problema del diputado -electo pero no incorporado- por Salta, José Moldes. El secretario Juan José Paso expresó que era notorio que Moldes se había fugado a Salta, donde era presumible que su influencia causara perjuicios. Por ello, “convendría hacer una prevención, al menos, al gobernador de aquella provincia, indicándole los graves motivos de este justo recelo y encargándole la debida vigilancia y precauciones”.