Poema a la provincia en “Odas seculares”.
“A Tucumán” se titula un célebre poema de Leopoldo Lugones, que integra el libro “Odas seculares”(1910). Todos los tucumanos debieran leerlo: su fuerza se mantiene intacta, a pesar de los años y de los profundos cambios en el lenguaje literario.
Pondera el “aroma de azahar nativo” de nuestro aire, y también nuestra “molicie más dulce que la miel”. El Aconquija es el “bello monte familiar”, con su “balcón de nubes”. Menta los famosos ojos negros de las tucumanas: “la pasión de la noche femenina,/ que dilata el imperio de tus ojos”, pasión que “finos amantes echará de hinojos/ ante tu ruedo de estrellado tul”.
Honra nuestra historia guerrera. “Para que no faltase a tu decoro/ la excelencia del lauro soberano,/ te consagró la espada de Belgrano/ primer amor del justo paladín./ Y tu belleza fue sobre ‘el sepulcro/ de los tiranos’, en perenne alerta,/ la sonora leona que despierta/ vibrada de peligro y de clarín”.
Sobre la Casa Histórica: “Para memoria de que allí juraron/ próceres y patricios nuestra suerte,/ alzada está bajo tu guarda fuerte/ la Casa del País como un altar./ Porque si Buenos Aires fue en su gloria/ pórtico audaz que a la opinión congrega,/ tú formaste la alcoba solariega,/ corazón honorable del hogar”.
Canta al azúcar. “Con tesoro feliz labra tu seno/ la civilización de la dulzura,/ en que se dan, rindiéndote ventura,/ besos de miel la tierra con el sol”. Y cierra el poema evocando los caídos en la batalla de Campo de las Carreras: “Y así en tu viejo Campo de la Gloria,/ tu cariño, a los héroes propenso,/ les ha tendido por sudario inmenso/ la eterna floración del naranjal”.