Algo que ya existía en la década de 1930.
El uso del teléfono para lanzar bromas gruesas o inventar noticias desagradables, tiene bastante antigüedad en Tucumán. En LA GACETA del 11 de junio de 1931, un artículo de redacción, con el título “Un nuevo deporte”, se refería a ese particular tipo de “entretenimiento”.
“Si se tratara de un simple pasatiempo”, decía, no merecería la pena mencionarlo. Pero “es el caso de que en muchas circunstancias estas bromas adquieren trascendencia”. Recordaba que algunos aficionados a la radiotelefonía, “se han entretenido, en esta última temporada, en transmitir anónimamente noticias alarmantes y sin fundamentos, no solo desde países vecinos, sino aun desde el interior de la República y aun mismo desde la Capital Federal”. En Tucumán, tales falsedades se difundieron con motivo “del movimiento sísmico de principios de abril”.
Afirmaba que “pudimos constatar que algunas niñas se entretenían en hablar, con inusitada constancia, a casas de familia, transmitiendo afirmaciones sobre supuestas catástrofes de carácter inminente, que motivaron continuos pedidos de datos a la prensa local”. Ese afán “de difundir la alarma no marca todo el grado de inconsciencia de las aventajadas ‘sportswomen’: el pésimo gusto y demostración de incultura llega al extremo de sembrar la intriga y la discordia, revelando una malsana inclinación que por decoro debe terminar”.
El artículo hacía un llamado general al buen sentido y a la cultura, para que “esta muestra de ineducación” desaparezca del medio. Consideraba que “de lo contrario, será el caso de que hasta allí se extienda la función policial, que no otro remedio merecería tal desvergüenza”.