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VICTORINO DE LA PLAZA. El Procurador del Tesoro de 1876, opinó contra la exención de impuestos a la nueva maquinaria del ingenio Esperanza.

No se eximirán de los derechos aduaneros.


Es por todos conocido que la inauguración del ferrocarril en Tucumán (octubre de 1876) permitió iniciar de inmediato una renovación integral de la industria azucarera. Hasta entonces, a la grande y pesada maquinaria a vapor -importada por cierto- que modernizaría la actividad, era casi imposible transportarla desde el puerto hasta Tucumán. La vía férrea eliminaba tal inconveniente, y pronto los dueños de ingenios -los que tenían capacidad económica- empezaron a tramitar la compra de nuevos equipos.

Pero no siempre el Estado Nacional favorecía esta modernización. En el tomo quinto del “Informe de los consejeros legales del Poder Ejecutivo, de 1875 a 1878 inclusive”, edición oficial de 1893, consta una referencia ilustrativa. En mayo de 1876, don Wenceslao Posse (quien con gran esfuerzo había traído ya alguna maquinaria moderna hasta Tucumán, en carretas) se presentó al Ministerio de Hacienda. Pedía la exoneración de los derechos aduaneros para introducir accesorios de “una máquina de elaborar azúcar”, destinada al ingenio Esperanza, de su propiedad.

La solicitud se remitió al Procurador del Tesoro, doctor Victorino de la Plaza, para que dictaminase. Su opinión, firmada el 13 de junio de 1876, fue negativa. “Los útiles de que se trata -expresó- no constituyen una máquina, sino que son accesorios de la que, según se dice, se introdujo hace algunos años, y por consiguiente no están comprendidos en el caso de exoneración; como no lo estarían aún cuando constituyesen una máquina completa, puesto que no se trata de implantación de una nueva industria. Opino, pues, que no debe hacerse lugar a lo solicitado”. El Ministerio resolvió de acuerdo con el dictamen del doctor Plaza.