El padre Colombres, vicerrector del Nacional
Merece rescate esa figura distinguida del clero y de la cultura de Tucumán que fue el presbítero Sixto Colombres. Durante casi dos décadas, “el cura Sixto”, como le decían los alumnos, fue inolvidable vicerrector del Colegio Nacional. Bondadoso, cuando divisaba algún “yutero” del Colegio en la plaza Independencia, en vez de sancionarlo le advertía que no se exhibiese en un sitio tan público. Así lo testimonia Pablo Rojas Paz, en “El patio de la noche”.
Había nacido en 1850, hijo de Benjamín Colombres y de Ignacia Colombres. Estudió con los dominicos y recibió el consejo de sacerdotes tan respetados como Nazario Frías y Teobaldo Molina. El obispo de Salta, Buenaventura Risso Patrón, lo envió a seguir la carrera eclesiástica a Buenos Aires. Se doctoró en Teología y Cánones, se ordenó sacerdote en 1875 y rezó su primera misa en Tucumán el 14 de febrero de ese año. Sus padrinos fueron el benemérito padre Estratón Colombres y el doctor Benjamín Paz.
El gobernador Miguel M. Nougués lo designó capellán del Gobierno, cargo que desempeñó hasta 1910. Ejerció con denuedo su ministerio en la epidemia de cólera del verano 1886-87. El periodismo le debe interesantes notas de evocación histórica y de aclaraciones sobre el pasado. En 1896, asumió el vicerrectorado del Colegio Nacional. Allí permaneció hasta su jubilación en 1915, querido y respetado por generaciones de jóvenes. Murió el 17 de abril de 1929, en su casa de calle Rivadavia 302, añoso y ya ciego. Legó al Colegio del Huerto sus enseres de sacerdote, su biblioteca y el pequeño altar que tenía en su casa. “Una de las figuras más dignas de cariño y respeto”, lo llamó don Alberto García Hamilton, meses antes del deceso, en el homenaje tributado por sus bodas de plata sacerdotales.