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TEMPLETE DE LA CASA HISTÓRICA. Frente que presentaba el edificio en la época de la visita de Parra del Riego. LA GACETA / ARCHIVO

Reflexiones de 1918 en la Casa Histórica.


El poeta peruano Juan Parra del Riego (1894-1925) pasó varios meses en Tucumán en 1918, y hasta publicó un libro -“La provincia vestida de hojas”- sobre nuestra provincia. Escribió muchas veces en LA GACETA ese año. Por ejemplo, del 6 de abril es su artículo “La Casa Histórica”.

Había examinado detenidamente nuestro máximo monumento (entonces reducido al Salón de la Jura cubierto por un templete). Lo emocionaba su “imponente fisonomía”, ante cuyos umbrales se rompía “el Tucumán pacífico” y dejaba pasar “un sudamericano soplo de epopeya”.

Prefería el monumento a los libros. “El monumento es lección viva: el libro es un cementerio elegante del pasado. Pertenece a la comprensión sentimental de todos el primero. Se aísla en el estrecho círculo de los egoístas el segundo”, opinaba.

Con el monumento, el “futuro perfil” de los pueblos se educa “al calor del comentario cotidiano”. En cambio, “sólo apto asidero para la bibliomanía de los eruditos pedantescos, es el libro. El monumento indica que se está haciendo una justicia universal, y esto repercute beneficiosamente en el corazón de las multitudes. Ver un monumento es sentir la tentativa más poderosa del hombre para vencer la muerte. Su acción moral es más potente y armónica sobre él, que la del libro. Más grande también su elocuencia sugeridora, porque a través de cada temperamento se multiplica su fuerte realidad en fantasía y crece en panorámica sugestión”.

Terminaba: “¡Ah, si en lugar de tanto sonoroso poema, soporífera historia y vacuo novelón, la Emancipación Americana estuviese repartida por todo el continente en vivo mundo escultural!”