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BENJAMÍN VILLAFAÑE. Su amigo porteño Francisco Madero hacía apreciaciones sobre la situación electoral de 1885.

Una carta al tucumano Benjamín Villafañe.


En los meses finales de 1885 se agitaban varias candidaturas presidenciales para suceder a Julio Argentino Roca. Las más importantes eran la de Miguel Juárez Celman (que triunfaría) y la de Bernardo de Irigoyen. Una carta de Francisco B. Madero al tucumano Benjamín Villafañe (1819-1893), del 19 de octubre de 1885, es reveladora del clima del momento. La misiva es inédita y su copia estaba entre los papeles de Juan B. Terán.

Villafañe, entonces rector del Colegio Nacional de Jujuy (antes lo había sido del de Tucumán), era irigoyenista. En primer lugar, Madero le decía que no temiese por su cargo si Juárez Celman ganaba. Su amigo Eduardo Wilde, futuro ministro de aquel, le había asegurado que “no habrá una sola destitución por razones políticas”. Agregaba que “como usted, son irigoyenistas el rector de Salta y de otras provincias, y no se les seguirá por esto el menor perjuicio”.

Madero, irigoyenista también, recomendaba a Villafañe “huir de ataques personales a los adversarios políticos”, para demostrar “las condiciones honrosas de su candidato” y “cuanto ganará el país con tener a su frente un ciudadano de la ilustración y honradez del doctor Irigoyen”. Deploraba que se iniciase una campaña contra don Bernardo, animada por “el provincialismo”. Decía: “¡Excluir, repudiar al candidato porteño! ¿Para qué revivir este recurso que emplearon los caudillos y que tanta sangre y desastres nos costó?”. Hacía votos para que “vengan provincianos como Sarmiento, Avellaneda, Benjamín Zorrilla, Benjamín Paz, Bustamante, Tedín y tantos otros; pero no nos presenten vulgaridades sin títulos ni antecedentes que medir, que los recomienden al aprecio de sus conciudadanos”.