Destacada figura del ingeniero Antonio María Correa
Alguna vez escribimos que en la nomenclatura de calles de San Miguel de Tucumán” no están todos los que son, ni son todos los que están”. Esto explica que falte -para dar un solo ejemplo- una arteria que recuerde al ingeniero Antonio M. Correa. El sólo hecho de ser autor del primer libro que estudió nuestra geografía (la “Geografía de Tucumán”, editada por la UNT en 1925), y del primer mapa moderno de la provincia, ya sería mérito suficiente.
Pero hubo mucho más en este distinguido servidor público, que nació en Santiago en 1853 y se radicó veinteañero aquí, donde falleció en 1928. Fue tres veces diputado a la Legislatura y dos veces senador. Su tarea más relevante fue la de investigador de nuestro suelo y de nuestra historia. En folletos, artículos y conferencias, se preocupó por esclarecer temas muy significativos del pasado local. Por ejemplo, la batalla de Tucumán, a la cual dedicó un minucioso estudio que recibió premio oficial, además de confeccionar un documentado plano del encuentro.
A fines del año pasado, su nieta, Nelly Correa, editó el interesante libro “Ingeniero Antonio M. Correa. Su vida. Su obra”. Además de las referencias familiares, el tomo reproduce varios trabajos de Correa, publicados en diarios y revistas de la época, que de esa manera se ponen al alcance del público.
Una mirada a esos textos muestra cuán justificados estaban los conceptos de la gran necrología que le dedicó LA GACETA. Dijo que con su muerte partía “uno de los hombres a quien no solo Tucumán, sino la Nación, debe el tributo de un homenaje”, por haber sido “un factor de evidente progreso”. En efecto, puso “al servicio de su patria y de sus connacionales, su inteligencia, su preparación y su buena voluntad de hombre laborioso, inspirado en los más altos ideales cívicos”.