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SOBRES Y LIBROS. Apuntes en el Archivo de LA GACETA

Por Raúl Torres Zuccardi. Arquitecto.


Estas breves notas surgen del deseo de dar forma a lo que tantas veces en el grupo de amigos fue una de nuestras principales conversaciones, como reflejo de la corriente de afecto y consideración que mantenemos hacia Carlos Páez de la Torre (h).

Nos motivaba llegar a entender el tramado y sentido global que muestra su amplia producción escrita. Los trabajos de Páez de la Torre (h) a lo largo de más de cinco décadas -centenares de artículos y monografías, estudios preliminares y prólogos, y la treintena de libros y folletos-, se presentan como un conjunto que recoge diversas líneas temáticas manifiestamente entretejidas y convergentes hacia un mismo objetivo disciplinar: el pasado regional y nacional entre el tiempo de la Organización Nacional y mediados del siglo XX, o sea, el que trata de la construcción de la modernidad en la Argentina y en Tucumán.

Desde el intento de distinguirlas encuentro que una de ellas desarrolla los acontecimientos, situaciones, eventos y períodos históricos propiamente dichos; otra cultiva con el mayor éxito el género biográfico orientado hacia los grandes hacedores del pasado que naturalmente orientaron el proceso histórico-social de Tucumán; por último, muestra una constante preocupación por la temática de nuestra ciudad: orígenes, caracteres, evolución y presente en su relación con todo lo anterior.

En una decena de libros editados entre 1971 y 2019 resuelve como en pocas oportunidades se hizo ciertos aspectos específicamente histórico-urbanísticos de la ciudad de Tucumán o expone el rol desempeñado por los principales protagonistas en la conformación de la ciudad. Estas obras son “El ingeniero-arquitecto José de Bassols en Tucumán” (1971, en coautoría con A. R. Nicolini); “Lola Mora. Una biografía” (1997, en coautoría con C. Terán); “San Miguel de Tucumán, las calles y sus nombres (1981, en coautoría con V. Murga); “Geografía de Tucumán” (1983 en coautoría con C. Terán); “Historia de ciudades. Tucumán (“Serie Historia testimonial argentina”,1984, selec., adapt. y prólogo); “Imágenes de la Plaza Independencia de Tucumán en el Siglo XIX” (1985); “Iglesias de Tucumán” (1993, en coautoría con R. Viola); “Las calles de San Miguel de Tucumán” (2005); “Crónica histórica de la agrimensura en Tucumán” (2014); “Templos católicos de Tucumán” (2017 en coautoría con R. Viola); “Una memoria de la ciudad entrañable” (2019 en coautoría con S. Rosso).

A esta nómina deben sumarse otras obras históricas o biográficas, que incorporan la ciudad y sus particularidades como la razón o el escenario necesario para referir e ilustrar el proceso histórico de Tucumán con relación al tema que las motiva. En ellas encontramos aportes sobre la vida social, las actividades, pasiones, acciones e ideas y, en fin, aquel espíritu predominante que llevó a San Miguel de Tucumán a desempeñarse como una isla de cultura urbana y progreso en la región noroeste de la Argentina entre los siglos XIX y XX. Sin pretender agotar este género merecen mencionarse como ejemplos característicos el libro “El Congreso de la Independencia – Antes, durante y después” (en 2016) que desarrolla en 126 páginas los capítulos 7 y 8 de la obra bajo los títulos “La Casa donde se Juró” y “Día a Día en la Aldea”.

También la reciente edición de “Gobernar es sanear-Vida y servicios del doctor Alberto León de Soldati” (2019) incluye implícitamente una visión de nuestra ciudad en la época, al cronicar sus iniciativas sobre el bien público que la ciudad tanto demandaba. Tales la creación del primer jardín de infantes, los gimnasios escolares, biblioteca en el Consejo de Educación, diversas infraestructuras urbanas y territoriales, hasta la laboriosa y tenaz gestión ante los poderes públicos local y nacional (desde la primera iniciativa de 1898) para el saneamiento de los pantanos ubicados entre el límite este de la ciudad y la ribera del río Salí para dar lugar a la magna creación de Soldati: el parque 9 de Julio. También la obra “Historia Ilustrada de Tucumán” (1987) le permite hablar sobre la ciudad como el ámbito que a la vez alberga y motiva las acciones relatadas.

La mirada original

Páez de la Torre (h) se acerca a la ciudad con un lenguaje apropiado e inusual entre los comentaristas habituales porque estos en su mayoría provienen del urbanismo, la arquitectura o la ingeniería y sus puntos de vista difieren con los del escritor, el periodista, el historiador o el historiador urbano. Aquellos, por lo general apegados a su formación ven la ciudad a través de secciones o temas independientes unos de otros, finalizando con unos diagnósticos sectoriales de difícil integración e impedidos, por eso mismo, de proporcionar un entendimiento apropiado. Si bien aún mantienen en muchos estudios técnicos una cierta presencia han sido cuestionados acertadamente por sus fallas metodológicas en tanto “gestión de la simplicidad”. Otras veces lo hacen tomando distancia, desde la abstracción de los números y la geografía regional, lo que contradice toda experiencia valedera sobre la ciudad. Olivier Mongin dice: “…no hay mejor vía de entrada que la de los escritores que escrutan la ciudad con su pluma y con su cuerpo”.

En nuestro caso la interpretación de Páez de la Torre (h), menos atada a los puntos de vista teóricos de las ciencias fácticas, es sensible a las circunstancias fenomenológicas, a un imaginario donde los seres humanos viven experiencias sensibles, historias de vida, aceptan o adoptan valores orientadores, hasta llegar a demostrar cómo la influencia ejercida por ciertos individuos -en forma de decisiones desde el poder, la cultura, el conocimiento o el interés-, fue una fuerza suficiente para determinar el carácter y la forma ulterior de nuestra ciudad y sus modos de vida. Para Carlos Páez de la Torre (h) la ciudad de Tucumán no es una “ciudad-objeto”, sino que la ciudad de sus reflexiones es una “ciudad-sujeto”.