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LUCAS CÓRDOBA. Parte superior de la tumba del destacado tucumano, diseñada por Arturo Dresco, en el Cementerio del Oeste.

Lucas Córdoba temía entrar en la política.


No se ignora que el teniente coronel Lucas Córdoba (1841-1913) fue, por dos veces, progresista gobernador de Tucumán (1895-1898 y 1901-1904) y senador nacional en el intervalo (1898-1901). Es curioso el hecho de que, al comienzo, se negó a entrar en la política. Así lo narra Julio P. Ávila, como testigo presencial, ya que fue su amigo y secretario.

En febrero de 1894, el doctor Benjamín Aráoz fue elegido gobernador de Tucumán. Para la cartera de Gobierno, convocó al teniente coronel Córdoba. Según Ávila, cuando Aráoz le ofreció ese cargo, don Lucas lo abrazó emocionado y, “con una sinceridad de niño”, le contestó: “Ve hijo, Benjamín. Soy un desconocido para Tucumán; carezco de vinculaciones; para la juventud, soy uno de tantos viejos, y para los hombres ricos, uno de tantos pobres. No me encuentro capaz de desempeñar el Ministerio, pero te aceptaría la Intendencia de Policía. Allí, sí, hijo, te prometo ser útil a tu gobierno; allí, sí, pues antes de que vos pudieras correr algún peligro, me dejaría hacer trizas”.

El doctor Aráoz no se amilanó. Lo presionó asegurándole que de su respuesta dependía que aceptase o no el bastón de gobernador. Reflexionaba Ávila: “¡Cómo he pensado en esa escena! ¡Un médico distinguido, un cirujano mayor de la Armada Nacional, un hombre de letras y de gran mundo, creer que no podría ser gobernador de provincia; y un militar pundonoroso, con grandes servicios prestados en el Ejército, vinculado a la clase dirigente del país, desde el general Roca hasta el más modesto miembro del Parlamento, temblar ante la idea de ser ministro de Gobierno!”.

Al final, don Lucas aceptó. No sospechaba que Aráoz moriría repentinamente en noviembre de 1895, y que él sería elegido para reemplazarlo.