La petición sobre un “salvaje unitario”
Como es sabido, el general Manuel Oribe permaneció varios días en el norte del país (la mayor parte de ellos en Tucumán y unos pocos en territorio salteño), después de haber derrotado a la Liga del Norte contra Rosas en la batalla de Famaillá, el 19 de setiembre de 1841.
Obviamente, fue durísima la represión contra los vencidos. Pero con todo, el general cultivó algunas amistades en la ciudad. Entre ellas, la de doña Josefa Gondra, esposa de Don Agapito Zavalía, ya que este era partidario de los rosistas. Animada por la relación, doña Josefa le envió una carta, intercediendo por su cuñado unitario, Pedro León Zavalía. Hace muchos años, la ya fallecida profesora Angélica Berho Esteves me permitió fotocopiar el original de la respuesta de Oribe, en su poder.
El 16 de octubre, desde su cuartel, Oribe -tras el protocolar “¡Viva la Federación!”- se dirigía a la “Sra. de mi aprecio y respeto”. Había recibido su “apreciable” misiva, “en que se interesa por su hermano político Dn. Pedro León Zavalía, y hubiera sin duda deseado que me ocupase Ud. en cosas en que mi corazón pudiese hallar placer al servirla. Sin embargo, algo y mucho ha logrado Ud., puesto que su hermano político no tendrá más pena que estar en este Ejército, para que no pueda, lejos de él, perjudicar a la causa”.
Añadía: “Algo y mucho he dicho, porque el tal Zavalía, es un salvaje unitario empecinado, que cuando ya ha perdido la esperanza de que triunfe su infame partido, ha empezado a proteger a los prófugos y proporcionarles auxilios para que vayan a incorporarse con los miserable restos de salvajes que hay en Catamarca”. Terminaba: “Quiera Ud. pues, señora, persuadirse de que siento mucho no acceder en el todo a su súplica y contar con que soy de Ud. affmo. (afectísimo) criado, Q.B.S.P (que besa su pie). Manuel Oribe”.