Su gobierno la organizó y la puso en marcha
En el inminente centenario de la Universidad Nacional de Tucumán, los homenajes no deben olvidar, junto al nombre del fundador Juan B. Terán, el del gobernador Ernesto Padilla. Esto porque, gracias a Padilla, la casa pudo organizarse y empezar a funcionar, de acuerdo a la ley de creación, proyectada por Terán en 1909 y recién sancionada en 1912.
Padilla asumió el gobierno en abril de 1913. El 22 de octubre, designaba por decreto el “Consejo Superior fundador de la Universidad de Tucumán”. En los considerandos, expresaba que la casa debía ser “establecida inmediatamente”; y que, como su base era la coordinación de institutos existentes, según la ley, “no hay motivo para postergar su ejecución”. El Consejo debía resolver “el modo y ejecución de la ley de creación” y proyectar sus estatutos. En noviembre, el Ejecutivo aprobaba el plan de acción inmediata presentado por el Consejo.
En abril de 1914, el Ejecutivo designaba por decreto los diez primeros profesores de la casa que, como es sabido, se inauguró el 25 de mayo.
El discurso de Padilla de ese día, terminó con emoción. Esperaba que la Universidad “aparezca siempre digna de los votos plenos que formulamos”; que sus directivos “sepan en todo tiempo guardarlos con honor y cumplir la misión que se les confía”; que el pueblo “la rodee con su admiración y respeto y la reciba con el significado trascendental del beneficio que la inspira en su favor”. Y que, “por las proyecciones que alcance”, la posteridad marque “alba lapillo” (esto es, con “piedra blanca”) esta fecha, “para honor y gloria de nuestra generación”.