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DOS METROS DE ALTURA. La “Revista de Tucumán” publicaba esta fotografía, donde el robusto morador de Quilmes posaba con un acompañante. LA GACETA / ARCHIVO.

Los conceptos de una revista local en 1901.


“Nuestro colaborador ha sorprendido con su máquina (de fotos) a un habitante de Quilmes, mocetón de 22 años, de dos metros de altura y con su traje peculiar: sombrero de lana de forma caprichosa, poncho ‘caminito’, pantalón de barragán, pies sin medias pero con sobra de ojota, pecho prominente y ancha espalda: en suma, un verdadero representante de aquella tribu belicosa que en tiempos de la conquista tuvo que habérselas con el arrojado Diego de Rojas”. Así expresaba el artículo “Bañado de Quilmes y Amaicha”, en la “Revista de Tucumán”, del 28 de abril de 1901, hablando de parajes que muy pocos conocían en esa época. Publicaba la fotografía del hombre.

Apuntaba que las regiones de Amaicha, El Bañado y Tío Punco, “tienen un encanto irresistible para el viajero observador”. Las costumbres de sus habitantes son totalmente distintas de las del antiguo gaucho tucumano. “Viven en comunidad. Allí todo es de todos, con excepción de los ganados”. Un “representante” y un “apoderado general” (elegidos “en plebiscito cada cierto tiempo, por votación directa”) atienden el pleito secular que mantienen con un hacendado de Salta, sobre el mejor derecho a unas tierras. Hay buenos artesanos: talabarteros, zapateros, carpinteros. A pesar de integrar la provincia, sus relaciones con Tucumán son casi nulas; prefieren a Catamarca, por la mayor proximidad.

Agregaba el artículo que estos habitantes “son de costumbres moderadas, muy poco viciosos y gente, en general, honrada. Su trabajo habitual es la agricultura. Los transportes se hacen todos a lomo de mula; los caminos son angostos y pedregosos; el terreno árido y con escasas corrientes de agua”.