Imagen destacada
EL PAPA PÍO XI. El pontífice habló con el rector y fundador de la Universidad de Tucumán, en 1926.

También conversó con el cardenal Gasparri


En 1926, el doctor Juan B. Terán, rector de la Universidad Nacional de Tucumán, pidió licencia desde febrero hasta noviembre para realizar un viaje a Europa, con su esposa y varios de sus hijos. El 1 de abril fue recibido en el Vaticano por el Papa Pio XI. En su diario, asentó la impresión que le habían dejado el pontífice y su secretario de Estado, cardenal Piero Gasparri.

“El Papa Pío XI me impresionó por su extrema sencillez”, escribió. “Vestía sotana y esclavina blancas. Parecía un prefecto de seminario cuyo trabajo acostumbrado hubiera interrumpido. La baja estatura, cuerpo pequeño, la mirada un poco empañada de los meditativos y estudiosos -el antiguo bibliotecario de Milán- tenía una sonrisa de extraordinaria suavidad que no aparece en la gravedad de sus retratos”. En cuanto a la conversación, narra, “me habló en francés puro de problemas educacionales, de su interés por los jóvenes, y me dio sus votos por el porvenir moral de los alumnos de la Universidad de Tucumán”.

En cuanto al cardenal Gasparri, “era la expresión opuesta”, con “el brillo de sus grandes ojos, su aire de salud y de fuerza, su vivacidad, su amplio gesto acogedor”. Todo eso traducía “el genio meridional, inquieto, sagaz, lleno de pensamiento y de ambición de grandes empresas. Era la figura del político madurado por una larga experiencia”.

En “perfecto español”, habló a Terán sobre el conflicto del Episcopado Argentino, “con serenidad, con altura digna de su prelacía, con dominio completo de detalles y doctrina, con una amplitud extraordinaria de visión”. Al despedirse, Pio XI los bendijo a todos, además de impartir al matrimonio Terán “una bendición especial para los hijos ausentes”.