
Varias dificultades del rector del Colegio
El Colegio Nacional de Tucumán, creado en 1864, abrió sus puertas en 1865. A comienzos del año siguiente, el rector Benjamín Villafañe elevó un revelador informe a la Comisión de Exámenes, detallando los inconvenientes que tuvo que enfrentar en el primer año de actividad.
La enseñanza de Aritmética y Geometría, “ha tenido que ser práctica y oral: en escrito, nada”. En Gramática, debió manejarse con el “Compendio de Quiroz, deficiente como es”. En Geografía, tuvo que usar el demasiado extenso compendio de Guio, el incompleto de Robbi, y hace poco les llegó recién el de Lastarria. “La falta de mapas ha sido completa hasta hace 18 días”, expresaba. Hubo que compendiar, para Historia Nacional, las lecciones “del libro de la señorita Manso”, inadecuado para dar a los alumnos “un punto de vista general”. En Francés, fueron muy escasos los ejemplares de Chautreau y de Ollendorf, “que frecuentemente era menester copiar o estudiar en común”. Recién hacía tres meses que llegaron “algunos de los libros elementales” remitidos por el Gobierno Nacional al Colegio. No había entre ellos ningún texto de Geografía.
Uno de los requisitos de ingreso, era leer y escribir correctamente. Advertía Villafañe que “hemos sentido la necesidad de no ser muy severos a este respecto, atendidos el interés permanente de este Colegio y la seguridad de que más tarde se obtendrá fácilmente esta ventaja. Sin esas deferencias, no habríamos tenido talvez un solo alumno”. Pero el rector se las había podido arreglar: “a pesar de todo, hemos sobrellevado con éxito esas dificultades”, decía. Estaba seguro de que la Comisión así lo iba a comprobar, cuando examinara a los alumnos.