El “Sarmiento”, de Benigna Saravia.
“Hoy acaba de fundarse el primer establecimiento para la educación de la mujer, con el nombre de Colegio Sarmiento”, escribía el 4 de septiembre de 1870, desde Tucumán, don Agustín Muñoz Salvigni a don Domingo de Oro. Narraba que, a ese efecto, había venido de Salta “una señora bastante hábil en este ramo, doña Benigna Saravia, sobrina del doctor (Facundo) Zuviría”.
Añadía que “se ha aumentado considerablemente el número de escuelas en la ciudad y campaña, y se obtienen buenos resultados”. En cuanto al Colegio Nacional, “también mejora bajo la dirección de su antiguo amigo D. José Posse”. En suma, “los adelantos en este pueblo no son tan rápidos como en el Litoral, pero considerándolos de diez en diez años, se advierte lo mucho que avanzamos”.
El Colegio Sarmiento se instaló en el edificio de Las Heras (actual San Martín) y Maipú, donde luego funcionaron sucesivamente la Escuela Normal y la Municipalidad, hasta su demolición en 1960. Hoy se alza allí la sucursal del Banco de la Nación. Era costeado por la comuna.
Problemas diversos determinaron que en 1874 la señorita Saravia dejara la dirección, hecho que descalabró al establecimiento. La Municipalidad terminó contratando a las Hermanas del Huerto para que se hicieran cargo del colegio. Dado el éxito que tuvieron, la congregación empezó a erigir su propio establecimiento, en 1883, en la esquina Rivadavia y Córdoba. El Sarmiento funcionó hasta 1887, año en que terminó el contrato. Paul Groussac lo destacó, al comienzo, como “el primero” de su tipo existente en el interior, y ponderó la calidad de su enseñanza, aunque luego cambiaría de opinión.