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27 DE NOVIEMBRE DE 1904. Desde la izquierda, el doctor José Antonio Olmos, el gobernador Lucas Córdoba, el ingeniero Carlos Wauters y el doctor Fortunato Mariño, en la colocación de la piedra basal de El Cadillal. LA GACETA / ARCHIVO

Aumentar el área de riego era la clave


Es sabido que al construirse finalmente, en la década de 1960, el dique El Cadillal, el propósito fundamental fue garantizar la provisión de agua de bebida a la ciudad. En segundo lugar venía ampliar el área de riego y generar energía eléctrica.

Cuando el gobernador Lucas Córdoba presentó el primer proyecto de la presa, en 1903, a un costo de 1.071.080 pesos, el propósito básico era el riego. En su mensaje del 29 de octubre lo decía claramente. El Cadillal permitiría regar 100.000 hectáreas, o sea un aumento de 80.000 sobre las que se regaban actualmente en la Capital y Cruz Alta. El beneficio se hacía extensivo a los departamentos de Leales, parte de Tafí e incluso Burruyacu, “que recibirá íntegras las aguas del río Calera, hoy aprovechadas casi exclusivamente por Cruz Alta”.

La expansión de los cultivos requería agua para el riego, para las fábricas y -decía al final- el elemento era necesario “hasta para la bebida de las gentes y los ganados, y regadío de las tierras para los cultivos de invierno”.

Como consideración de peso, añadía que estaban en construcción “los canales del bajo y alto de Cruz Alta y maestro y principales de la Capital”. Si el dique no se hacía, esos canales “perderían la mayor parte de su importancia y se habría invertido casi inútilmente una suma considerable; puesto que con ellos no aumentamos el caudal del agua del río, sirviendo únicamente para poner este elemento al alcance del mayor número de agricultores”.

Es sabido que la ley se sancionó y que el gobernador Córdoba la promulgó el 7 de diciembre de 1903.