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TROPAS DE CARRETAS. El único medio de transporte de mercaderías del siglo XVIII y hasta mucho tiempo después.

Asombraban a un viajero del siglo XVIII.


El Lazarillo de ciegos caminantes”, de 1773, es una clásica narración de Alonso Carrió de la Vandera, apodado “Concolorcorvo”. Contiene interesantes noticias sobre el transporte por carretas tiradas por bueyes, en Tucumán, en las décadas finales del siglo XVIII.

Explicaba que la expresión “tropas” significaba simplemente “una colección de carretas que van juntas”, y que “su jornada es de siete leguas”, aunque si encontraba muchos podían ser de solamente cinco.

“Aún cuando algunos admirarán la resistencia de los bueyes rocinos de Mendoza, se asombrarán del valor de los de Tucumán, viéndolos atravesar caudalosos ríos, presentando siempre el pecho a las más rápidas corrientes, arrastrando unas carretas tan cargadas y que con el impulso de las olas hacen una resistencia extraordinaria”.

“A la entrada manifiestan alguna timidez, pero no retroceden ni se asustan de que las aguas les cubran todo el cuerpo, hasta los ojos, con tal que preserven las orejas”. Si no podían arrastrar la carreta, “la mantienen de pecho firme hasta que pasan a su socorro las cuartas, a las que ayudan con brío; y al segundo, tercero y cuarto tránsito, se empeñan con más denuedo y seguridad”. Esto mientras los peones los alientan, llamándolos por sus nombres.

Concolorcorvo decía que “en fin, ha sido para mí este espectáculo uno de los más gustosos que he tenido en mi vida. Al principio creí que aquellos pacíficos animales se ahogaban indefectiblemente, viéndolos casi una hora debajo del agua y divisando sólo la punta de sus orejas”.