Menciones tucumanas del catamarqueño.
El catamarqueño Pedro Agote nació en 1816 y murió en 1909. A lo largo de su extensa vida desempeñó las más variadas actividades: desde minero en Chile hasta diputado nacional o ministro bonaerense, por ejemplo. Escribió unas memorias que se editaron muchos años después, con el título “Recuerdos del pasado”. En ella, hay menciones tucumanas.
Había sido condiscípulo de Marco Manuel de Avellaneda en la escuela del padre Ramón de la Quintana, en Catamarca. Recordaba las dotes de orador que evidenciaba el futuro “Mártir de Metán”, a quien apodaban “Marquito”, por “cariño y por ser de pequeña estatura”.
Cuenta que con su familia se trasladó a Tucumán, a principios de la década de 1830. Alquilaron una casa frente a la plaza, propiedad de Tránsito Alberdi (hermana de Juan Bautista) y pared de por medio con la del coronel Diego Aráoz, suegro del general Javier López. Tuvo ocasión de ver a la viuda de éste, Lucía Aráoz, “durante los tristes días que siguieron a la ejecución de su marido”.
Un tiempo trabajó en la Contaduría de Tucumán, cuya jefatura desempeñaba su comprovinciano José Manuel Terán. Lo describe como “un viejito pequeño y muy movedizo”. Al parecer, Agote era muy improlijo en la confección de las planillas. Terán salió despavorido el día en que, en un mal movimiento, su empleado vació el frasco de tinta sobre una de las planas.
Cuenta asimismo que años más tarde, en 1851, cuando vivía en Chile, alojó en su casa de Copiapó al tucumano Crisóstomo Álvarez. Este preparaba por entonces aquella invasión al Noroeste por Catamarca donde terminaría dejando la vida, a comienzos del año siguiente.