Alta calidad en un bronce del escultor Prat Gay.
Suponemos desconocido un retrato de Miguel Lillo en bronce, existente en Tucumán. Es obra de Enrique de Prat Gay y actual propiedad del señor Gustavo Hernando. La pieza tiene doble valor: la ejecutó un destacado escultor tucumano y constituye un muy calificado aporte a la iconografía de nuestro célebre sabio.
Se trata de un perfil en bajorrelieve, en bronce fundido y patinado, de 400 x 270 mm, de 15 kilogramos de peso y firmado por el autor. De acuerdo a la información suministrada por la doctora Celia Terán (quien realizó el “expertizaje” de la pieza) le fue obsequiada hace unos veinte años, a su propietario actual, por Dolores Rodríguez Marquina: su padre y su abuelo conocieron y trataron, respectivamente, al retratista y al retratado.
Terán destaca en su informe que la escultura revela un gran oficio en el manejo de los volúmenes que “juegan apoyando o velando la luz para dar el máximo de fuerza a la obra”. Se advierte “una calidad notable en el manejo de las entrantes y salientes, de los pulimentos y los sectores más opacos”. Piensa que hay una “sensible y profunda captación del rostro” y una “descripción de los rasgos fisonómicos que destacan tanto la exacta apariencia física como la fuerza moral”. A su juicio, “es el mejor retrato” que se conoce de Lillo.
Como se sabe, el escultor, Enrique de Prat Gay (1898-1947) fue autor de una importante tarea artística. En ella, la pieza más conocida es el “Monumento al Indio”, en el camino a los Valles. Se deben a su cincel, también, los bustos de Nicolás Avellaneda, en el parque homónimo, y de Zenón J. Santillán, en el Centro de Salud, por ejemplo.