El Gobierno Nacional los mezquinó hasta 1901.
La Casa Histórica estuvo ocupada por el Correo desde los años 1870 hasta 1896. Ese año, el estado ruinoso del inmueble lo hizo mudarse, llevándose los retratos de los congresales. Solamente quedaron cuatro.
En 1900, el Gobierno de Tucumán solicitó a la Dirección General de Correos y Telégrafos de la Nación, que le fueran remitidas aquéllas efigies. Se le respondió que “con gran sentimiento no puedo acceder al pedido de VE, pues los retratos a que ese Gobierno se refiere, están destinados a adornar la nueva casa, en donde debe funcionar la Dirección General de Correos y Telégrafos”.
La “Revista de Tucumán”, que empezó a editarse en julio de 1900, se declaró indignada, en su primer número, por la respuesta del ministro. En un artículo de redacción, expresó que los retratos no se pedían “para adornar paredes, que es el destino que allí en la gran Capital se trata de dar a la efigie de los que nos dieron Patria libre y soberana. Era para rendirles culto, en el mismo recinto”. A la revista no le extrañaba la respuesta, ya que en Buenos Aires “se ha dado el caso de inaugurarse estatuas de personas extrañas al suelo americano, mientras permanecía cubierta, abandonada y sola, la del gran Alberdi”. Pensaba que el Correo podría engalanarse con los retratos de “algunos heroicos guarda-hilos o mensajeros que han muerto helados en la Cordillera”, pero no con “los que más nos pertenecen a nosotros, que a cualquier estado argentino”.
Finalmente, los 18 retratos fueron remitidos a Tucumán, y el Gobernador Próspero Mena los entregó en custodia a la Sociedad Sarmiento. Ésta los colgaba en el Salón de la Jura, todos los 9 de julio. Después, se los llevaba con miedo de que se desplomara el techo.