Reveladora anécdota de su época de colegial.
Es conocido que el general Julio Argentino Roca (1843-1914) se educó en el prestigioso Colegio de Concepción del Uruguay, en Entre Ríos. Fue allí un alumno con excelentes notas en todas las materias. Pero, obviamente, le gustaba salir y divertirse como cualquier joven de su edad, en cuanta ocasión se le presentara.
En el libro “Roca y su tiempo”, Augusto Marcó del Pont cuenta una anécdota de esos años. En el Colegio regía una disciplina muy estricta. Entre sus principales normas, estaba la absoluta prohibición de que los internos abandonaran el edificio sin autorización. Sucedió que, una noche, Roca no solamente se las arregló para salir, sino que regresó muy tarde de la aventura.
Pedro, el portero del Colegio, atendió su discreto llamado, pero le advirtió que no abriría la puerta, a pesar de que el alumno en infracción imploraba el favor. Desesperado, Roca extrajo de su bolsillo un par de billetes. Eran dos pesos. “Los exhibió a los codiciosos ojos del portero, el que, ante tan regia prebenda, consintió en franquearle la entrada”.
Pero astutamente (por algo le dirían “zorro”), antes de entrar, Roca se había sacado los zapatos, ocultándolos entre los pliegues de la chaqueta. Una vez adentro, dijo al portero que se los trajera; que se los había quitado para no hacer ruido, y que estaban a pocos pasos de la entrada.
Pedro salió confiadamente, y Roca aprovechó para cerrarle la puerta. Desde afuera, el portero empezó a rogar que le abriese, porque si venían los jefes podían castigarlo con la destitución. Roca le contestaba invariablemente: “Devuélveme los dos pesos”. Al fin, Pedro le pasó los billetes. Roca abrió la puerta, a tiempo que se retiraba corriendo rumbo a su dormitorio.