Problemas de Linares Alurralde con el obispo.
Una colorida figura del Tucumán de fines del siglo XIX y casi la mitad del XX, fue el presbítero Felín Linares Alurralde (1872-1949). Aparte de sus tareas sacerdotales y docentes, Linares Alurralde actuó resueltamente en política, llegando a ocupar, por dos períodos, una banca en la Cámara de Senadores de la Provincia, por la Unión Cívica Radical.
Esto le trajo problemas con el obispado. En noviembre de 1917, el obispo auxiliar de Tucumán, monseñor Carlos Echenique y Altamira, emitió un documento dirigido al clero. En el mismo, citando al Concilio Plenario de América Latina, recordaba que el sacerdote “no se mezcle en los partidos políticos, para que la religión santa, que debe estar por encima de todas las cosas humanas y unir los ánimos de los ciudadanos con el vínculo de la caridad y benevolencia, no parezca que falta a su oficio, y su ministerio saludable no se haga sospechoso. Así, pues, absténganse con cuidado los sacerdotes de tratar públicamente de estas cosas fuera de la iglesia y más aún dentro de ella. El sacerdote no favorezca un partido contra otro, mientras uno de ellos no sea abiertamente contrario a la religión”.
Pero sucedió que el presbítero Linares Alurralde desdeñó las recomendaciones episcopales, y llegó a encabezar una manifestación política. Entonces, según informaba LA GACETA del 21 de noviembre de 1917, Monseñor Echenique y Altamira dispuso suspenderlo “in divinis” de sus funciones. Esto es, le prohibía “el ejercicio de las funciones sacerdotales, la celebración de la misa inclusive, hasta que reciba nuevas órdenes del episcopado” Poco tiempo después, la sanción le sería levantada. A su muerte, el Boletin Oficial de la Diócesis lo calificó de “una figura amiga en todas las vicisitudes del apostolado”.