El capitán Bolaños en la acción de Tucumán.
En la actualidad, y a pesar de que -felizmente- se ha prolongado de modo notable el promedio de duración de la vida humana, una persona en la década de sus sesenta está lista para jubilarse, y lo hace a los 65 años.
Pero hace dos siglos, en Tucumán, había algunos sexagenarios para quienes no parecía pasar el tiempo. Fue el caso del capitán José Bonifacio Bolaños, del Ejército del Norte. El general Manuel Belgrano lo puso al mando del Regimiento de Infantería 7, y en ese puesto combatió en la batalla de Tucumán, el 24 de setiembre de 1812. Lo singular es que tenía entonces 61 años, que en esa época representaban ya la franca ancianidad. Tenía edad suficiente para ser padre de Belgrano, que contaba 42.
Bolaños había nacido en San Juan, en 1751. Se educó un tiempo en el Monserrat de Córdoba y entró a la milicia en 1768. Tenía una impresionante foja de servicios: expedicionario a las Malvinas en 1770, soldado contra los portugueses en 1801; oficial de la Reconquista y la Defensa de Buenos Aires, y luego combatiente en Cotagaita, Suipacha, Las Piedras, Tucumán y Salta.
Después, siguió peleando en las guerrillas jujeñas contra los realistas de Olañeta, y Belgrano, para darle el descanso que merecía, logró que lo nombraran teniente de gobernador en Mendoza. Pero se desalentó de la política y retornó al Ejército. Entonces Belgrano lo designó teniente de gobernador en Jujuy, donde estuvo hasta 1814.
Se retiró con grado de coronel. Pero volvió a las armas a los 67 años, en 1818, en Córdoba, cuando peleó junto a Juan Bautista Bustos en la defensa de Fraile Muerto contra los santafesinos. Tenía 72 años cuando murió en Buenos Aires, el 20 de enero de 1824, después de haber sido soldado desde los 17.