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LA FARMACIA MASSINI. Mostradores de la venerable botica en una fotografía de la década de 1920 la gaceta / archivo

LA FARMACIA MASSINI. Mostradores de la venerable botica en una fotografía de la década de 1920 la gaceta / archivo


Otras veces hemos espigado las memorias de ese distinguido tucumano de la Generación del Centenario que fue el doctor Adolfo Rovelli. En 1903, narra, “entro como aspirante a dependiente idóneo de farmacia en la ‘Antigua Botica Massini’, y el Dorvault y el Chernoviz me hacen farmacéutico-médico, es decir curandero científico, como tantos otros que conocí con título o sin él”. Se refería a dos textos clásicos, “La Botica o la Oficina de Farmacia”, de Dorvault y la “Guía médica” de Chernoviz.

Llega 1904 y con él, para el mundo, la guerra ruso japonesa. Rovelli hace el servicio militar en Puerto San Martín, en el regimiento 9 de Infantería. Como recuerdo del cuartel, anotaba que se desempeñó como “maestro de historia, geografía y moral cívica de la compañía”, y tasmbién hizo “sargento farmacéutico, médico reemplazante” y “pirotécnico militar”. Bajo el colchón, escondía una biblioteca de libros baratos, escritos por “fabricantes de explosivos mentales”. Debió oficiar también, para su jefe, de “lector-traductor” de la “Historia Natural”, de Buffon.

Pasaban por sus recuerdos “marchas de resistencia y maniobras; servicio de avanzadas en la noche; soldados bajo la lluvia”, además de “una comedia militar en el barro”, cuyo escenario era “la Pampa santafesina en las tinieblas”.

En 1905, apunta, “me diplomo, por segunda vez, idóneo de farmacia en junio, en Rosario. La primera fue de bachiller. Al mes siguiente, ingreso a la Universidad de Córdoba. Cursos de 1905-1906. Exámenes generales. En el mismo año, jefe de trabajos prácticos de Química y Farmacia. Voy a ser médico”, escribe, pero “quiero ser sabio también”.

Para 1908-09 anota: “Primer ayudante en el laboratorio de Bacteriología de Tucumán. He perdido lastimosamente mi tiempo y… mi carrera de médico”.