Conceptos de Alberto Rougés ante su muerte.
Es conocido que el gran poeta boliviano Ricardo Jaimes Freyre (1868-1933) enseñó y escribió en Tucumán desde 1901 hasta 1921. Ese año regresó a su país, para desempeñarse como ministro y como embajador en Chile, en Estados Unidos y en el Brasil. Dejó la diplomacia en 1927 y se radicó en Buenos Aires, donde falleció el 24 de abril de 1933. Por pocos meses había regresado a Tucumán en 1932.
Alberto Rougés, en carta a Ernesto Padilla del 25 de abril, declaraba su complacencia por la nota necrológica que “La Nación” había dedicado a Jaimes Freyre. “La comprensión que existe en esa (Buenos Aires) de los valores de la cultura, nos consuela de nuestra incultura”, escribía. “Felizmente para Tucumán, hubo aquí gente que supo apreciarlo y que le hizo llevadera su vida en esta. Felizmente hubo gobiernos cultos (era una referencia al de Padilla) que le tendieron la mano. Sin eso la hostilidad sorda de las pequeñas famas literarias de aquí, que no se resignaban a desaparecer, hubiera concluido con Jaimes, lo hubiera hecho emigrar. Desde esos gobiernos ya lejanos, hasta ahora, la cultura ha sido desterrada de la Casa de Gobierno, salvo en la intervención de (Tito Luis) Arata, en que se rindió a (Miguel) Lillo un grandioso homenaje”.
Lamentaba que no se hubiera puesto en escena la última obra de Jaimes Freyre, “Los conquistadores”. Pensaba que tendría “un éxito de primer orden en Iberoamérica y en España”. En otra misiva (7 de mayo), Rougés deploraba que “Los conquistadores” fuera poco conocida entre nosotros. Pensaba que “tratándose de un drama de la conquista de Tucumán, habría el deber de hacer algo aquí para su difusión. Por ejemplo, una edición”.