Los conceptos del gran médico Aráoz Alfaro.
El célebre tucumano Gregorio Aráoz Alfaro (1870-1956) era, además de un consagrado maestro de la medicina, un hombre preocupado por la realidad de su país. Así lo demostró su acción pública y así lo sostuvo siempre en sus escritos.
En la colación de grados de 1919, por ejemplo, decía a los egresados: “¡Haced política! Pero no la pequeña política de los intereses electorales subalternos; no la política estrecha del comité y del círculo, de los puestos públicos buscados como una cómoda prebenda y mantenidos como botín de conquista”.
Tampoco “la política de rebajamiento al poderoso, de obsecuente homenaje a los que mandan, ni aún de adulonería a las masas”. Postulaba “esa otra, que he llamado alguna vez la gran política: la política del progreso educacional, del mejoramiento económico y social, de la higiene y la salubridad pública: la política de verdad institucional y de sabia previsión, que ha de llevar al país a sus grandes destinos”.
Veinte años después, en 1929, en el homenaje que le tributó la Universidad de Buenos Aires, insistía en que “tenemos todos el deber de trabajar por el mejoramiento general de los humildes, por la elevación y el bienestar de las clases laboriosas, por la difusión y el mejoramiento de la instrucción pública, por asegurar en todo el país el imperio de la equidad y de la justicia, por que la dirección de los negocios públicos corresponda a los más sabios, a los más capaces, a los más íntegros”. De modo que el país llegue a ser “el gran pueblo en que los cien millones de hombres libres que soñó Sarmiento, vivan en la paz y en la concordia.”