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JUAN MANUEL MOSCOSO Y PERALTA. Retrato de época del obispo de Córdoba del Tucumán.

El informe del obispo Juan Manuel Moscoso.


El obispo de Córdoba del Tucumán doctor Juan Manuel Moscoso y Peralta (1723-1811) emitió en 1801 un largo informe sobre su diócesis. Estaba entre los papeles de Saturnino Segurola y fue trabajado por el deán Gregorio Funes. En el apartado sobre San Miguel de Tucumán, empezaba diciendo que no sabía si fundó esta ciudad Juan Núñez del Prado o Diego de Villarroel, porque “ha tenido varias situaciones” y “acaso es la ciudad más antigua del obispado”.

Afirmaba que “todas las ventajas de la naturaleza concurren a acreditar la buena elección que se hizo de este lugar privilegiado”. San Miguel de Tucumán está “edificada sobre una llanura dominante, que siempre ofrece a la vista de sus agradables prados un objeto variado, ameno y delicioso”. En cuanto al “temperamento” (es decir, al clima) lo calificaba de “suave aunque algo ardiente y se dejan conocer en las benéficas influencias de su aire, los buenos hálitos que le suministra el reino vegetal”.

Agregaba que “la pródiga mano de la naturaleza anduvo algo escasa en orden a sus aguas: por cerca de la ciudad corre un arroyo corto y salobre” y “se proveen sus habitantes de otro dulce que se halla a alguna distancia”. Además, “está bastante poblada de edificios, cuya forma y estructura dan a conocer que no está muy distante del buen gusto”.

Daba algunos datos estadísticos. Apuntaba que la ciudad de San Miguel de Tucumán “consta de 3.640 almas, en quienes se advierte trato, decencia y humanidad. Su jurisdicción es habitada de 20.014 almas. Los principales artículos de su comercio activo son maderas, arroz, ganados y suelas, a lo que se deben agregar los ingresos de la exportación de efectos de Castilla, en que se ejercitan muchas de sus vecinas”.