Algunas apreciaciones de Emilio Daireaux.
Emilio Daireaux (1843-1916), brasileño de ascendencia francesa, residió largos años en la Argentina. Ejerció aquí la abogacía, fue empresario y desarrolló una nutrida actividad de hombre de prensa y de ensayista. “Vida y costumbres en el Río de la Plata” fue su último libro, de dos tomos, en 1886. En una de sus notas para “La Ilustración”, revista barcelonesa, hablaba de Tucumán, en 1888.
Empezaba describiendo la maravilla del paisaje tucumano, y apuntaba que, aparte de ese cautivante panorama, “la ciudad no ofrece particularidad alguna. En el centro de ella y alrededor de la plaza se desarrollan algunas calles que forman ángulos rectos, como en todas las ciudades hispanoamericanas. La iglesia ocupó uno de los lados de la plaza; el Cabildo y Tribunales otro; aspecto y disposición igual a las que se ven en las plazas idénticas de las ciudades de este continente, así chilenas como mexicanas y argentinas. Nunca sabe uno qué plaza está contemplando”.
Daireaux destacaba que en Tucumán “la colonia francesa es numerosa”, y recordaba el importante papel educativo que en la ciudad cumplieron Amadeo Jacques y Paul Groussac. Además, decía, “Tucumán es donde he encontrado el más activo y el más patriótico de nuestros agentes consulares, el doctor (Víctor) Bruland; el cual, establecido hace cuarenta años en esta tierra, sería el ciudadano más rico de por acá, si al practicar la medicina no hubiese siempre profesado la máxima de que esta antes que lucrosa debe ser caritativa”.
Agregaba que “en las cercanías de Tucumán es donde encontraremos el ingenio de azúcar más próspero, propiedad del caballero francés (Clodomiro) Hileret y cuyo ingenio ardemos en deseos de visitar; tanto son los elogios que hemos oído de él”.