Las dificultades de la Universidad en 1917.
En 1917, a tres años de su comienzo, la Universidad de Tucumán (provincial todavía) pasaba por serios problemas económicos. Las partidas del presupuesto eran insuficientes y necesitaba con urgencia que se renovase la subvención nacional existente en 1915 y 1916.
El rector de la casa, doctor Juan B. Terán, resuelve plantear el asunto directamente ante el presidente Hipólito Yrigoyen. Así, el 27 de junio le envía una carta. Afirma que cree “cumplir con un deber patriótico” al “llamar la atención sobre la Universidad de Tucumán”. Pide que “haga efectiva la protección nacional votada por el Congreso desde 1915 y realizada hasta 1916, asignándole un subsidio”.
Le manifiesta que la casa representa “las tentativas más avanzadas y concretas de enseñanza técnica en el país, siguiendo la orientación dada especialmente por Estados Unidos y Alemania”. La reciente ordenanza de creación de la Escuela de Mecánicos concordaba con ese pensamiento.
“Nuestra obra es eminentemente educativa y social, no la bastardea ningún detalle burocrático y no abona más sueldos que el de los profesores”, dice. Orgullosamente, afirma que “dedico a ella las energías intactas de mi edad viril, que son las acumuladas en una juventud transcurrida en el ascetismo del estudio y no perturbada por ninguna ambición que no sea el bien de mis conciudadanos”.
Piensa que, a pesar de las preocupaciones cotidianas del Presidente, “ha de llegar hasta él esta palabra mía purificada y aguzada por el patriotismo que le dicta”. Insiste. “Merece, Señor, la Universidad de Tucumán, la atención y la ayuda del presidente de la República”.