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JUAN JOSÉ FERNÁNDEZ CAMPERO. Escudo de armas de quien gobernó el vasto Tucumán en la segunda mitad del siglo XVIII.

Gestión del gobernador Fernández Campero.


Es sabido que, durante la dominación española en América, todo funcionario, desde el gobernador para abajo, debía someterse al denominado “juicio de residencia”, al terminar su mandato. En esa instancia, se examinaba minuciosamente la actuación que tuvo, y el “residenciado” debía responder a todos los cargos que se le pudieran hacer.

Don Juan José Fernández Campero, se desempeñó como gobernador de esta vasta región, desde 1764 hasta 1769, y luego afrontó, como todos, el “juicio de residencia”. Para que sus apoderados contestaran las apreciaciones del mismo, confeccionó una detallada “Instrucción”, en Madrid, en 1775. El texto contiene varias páginas referentes a su gestión en San Miguel de Tucumán, una de las ciudades que mandaba.

El ex gobernador consignaba sus méritos. Decía que “constan de hechos notorios y calificados, las varias diligencias que practiqué para que los vecinos de esta ciudad lograsen agua dentro de la plaza”. También, “para que se dorase el retablo mayor de su iglesia”, y para que “sus familias no fueran insultadas, como antes, en el río, al tiempo de lavar su ropa”.

Exponía también el mérito de haber evitado que cargaran con los sueldos de “cien reclutas de soldados que se hacían anualmente en su jurisdicción”. Igualmente, logró que los agricultores “reportasen la utilidad de reducir sus trigos a bizcocho para la tropa”.

Afirmaba que también hizo que “tomasen ejercicios espirituales, a mi costa, cuantos quisieran de ambos sexos, con distinción de semanas, que pasaron de ciento cincuenta y tres personas”. Añadía que “ellos finalmente saben las moderación y secreto con que los reprendí cuando tuve precisión de hacerlo, y que a todos visité con la decencia y urbanidad debida”.