
Elogio de Alberto Rougés a Adriano Ribet.
Desde la última década del siglo XIX y durante las cuatro que siguieron funcionó en 9 de Julio 84, la “Librería Francesa”, de don Adriano Ribet. En un aviso de 1899 anunciaba que vendía, además de papelería y libros escolares, “novelas de los mejores autores”.
Al morir don Adriano, el doctor Alberto Rougés escribió, el 3 de enero de 1938, una carta de pésame a su deudo Emilio Thiebaux. Se declaraba entristecido por la partida de Ribet, “de cuya amistad disfruté muchos años”, y trazaba su semblanza. “Bien ganado tenía el ‘Don’ con que todo Tucumán le rendía el homenaje de su afecto y de su aprecio, pues había sabido imprimir en su comercio el sello de su condición sustancial de hombre de bien”.
Agregaba Rougés que, “por otra parte, su vieja librería había suministrado el alimento intelectual a muchas generaciones de Tucumán, que hallaron allí no solamente el libro anhelado, sino también la conversación amena que se alzaba sobre el nivel común para hacer incursiones en elevados temas del pensamiento, inclusive en los de filosofía”.
“Es que don Adrián, que había tenido en Francia una sólida iniciación cultural con el Bachillerato, ha sido toda su vida un lector infatigable, que buscaba en los libros, ansiosamente, la comprensión del hombre y su destino. Se explica así que su librería se convirtiera frecuentemente en un cenáculo donde se hablaba de cosas trascendentales”. Aseguraba que todos conservarían el recuerdo “de ese caballero del libro, que no solamente lo difundía sino que también lo amaba y lo predicaba con su ejemplo.”