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EL PRISIONERO. Una caricatura de 1874, en "El Mosquito", muestra a Roca aferrando el lazo que Arredondo lleva al cuello. LA GACETA / ARCHIVO

Julio A. Roca y la fuga de Arredondo.


Es conocido que en 1874, días antes de que el tucumano Nicolás Avellaneda asumiera la presidencia de la República, estalló una revolución armada cuyo líder era el general Bartolomé Mitre. El intento sería desbaratado por fuerzas del Gobierno en dos batallas importantes: la de La Verde, donde fue derrotado Mitre, y la de Santa Rosa, donde Julio Argentino Roca batió al general José Miguel Arredondo.

Este fue hecho prisionero, en el curso de la acción, por el mismo Roca. Cuando empezó el proceso en los tribunales militares existía el riesgo cierto de que lo condenaran a muerte. Pero sucedía que Roca, su vencedor, era también su amigo y su compadre. “Aquí estoy mortificado, sin gusto para nada, viéndolo a Arredondo metido en un calabozo. Sólo me acuerdo de nuestra antigua amistad y de los servicios que le debo y el país le debe”, escribía Roca a su concuñado Miguel Juárez Celman. Se decía que iban a fusilarlo. “Sería un acto injustificado de barbarie”, opinaba Roca. Le había escrito a Avellaneda “pidiéndole, como un gran servicio, la vida de Arredondo”.

Al poco, las cosas se arreglaron. Una noche de febrero de 1875 Arredondo se fugó. La oposición acusaría a Roca de haberle facilitado el escape, o por lo menos de haber mirado al costado. En otra carta a Juárez, el tucumano comentaba que esa fuga “me ha hecho quebrar con Civit y otros exaltados que pareciera estuviesen en 1840, tal es el furor que manifiestan contra sus enemigos y contra los que creen les han arrebatado su presa”.