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MAXIMILIANO WILKONSKI. Uno de los planos que firmó en la Oficina Topográfica de Tucumán.

Proponía un nuevo método para hacer azúcar.


Maximiliano Wilkonski es uno de los técnicos extranjeros que actuaron en Tucumán al promediar del siglo XIX. Tuvo trato con el sabio Germán Burmeister, quien lo llama “Von Wizcowsky”. Según aquel, era “polaco de nacimiento” y, durante su estadía, solían conversar acerca de la “tosca blanca” o “marga calcárea”, que aparecía en algunos pozos  excavados en Tucumán.  

Ingeniero de profesión, había actuado antes en Córdoba, donde se le encargó confeccionar el plano de la capital y aledaños. En agosto de 1859, se presentó al Gobierno de Tucumán, pidiendo “privilegio exclusivo, por el espacio de quince años, para fabricar azúcar con un nuevo procedimiento”, que entendía superior al tradicional. Afirmaba haber hecho la experiencia “en el establecimiento del Cebil Redondo, en presencia del señor José Frías y del señor Pedro Garmendia”. Pero la Sala resolvió, el 12 de octubre, que “no estando perfeccionado su ensayo, como él lo confiesa en su informe, no ha lugar por ahora, hasta que mejore sus pruebas, en cuyo caso la Sala tomará en consideración este asunto”.

De todas maneras, el Gobierno lo designó jefe de la Oficina Topográfica de la Provincia, cargo que desempeñó por dos años. Parece haber sido el tipo de hombre que decía lo que le daba la gana. En 1860, tuvo un incidente sonado con el jefe de Policía, José Segundo Roca. Sucedió que Wilkonski preguntó, en alta voz y frente a la puerta del Cabildo, “si todavía seguían robando en la Policía”. El cónsul de Bolivia, Agustín Matienzo, debió otorgarle apresuradamente “status” de asilado, para evitar las represalias de Roca, quien lo tachaba como participante de “una conspiración”. Después, se pierde el rastro de este personaje.