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LA SEÑORA DE PADILLA. Doña Lastenia Frías de Padilla, viuda del doctor Tiburcio Padilla, en sus últimos años, con sus hijas Nieves, María y Clemencia la gaceta / archivo

Avellaneda y el doctor Tiburcio Padilla


El doctor Tiburcio Padilla (1835-1915) fue una figura muy importante de la vida tucumana. Hombre público, desempeñó en 1875-77 la gobernación de la Provincia. Fue también diputado y senador nacional por Tucumán, además de haber presidido las dos cámaras de la Legislatura, entre otros cargos.

Se había doctorado en Medicina en 1861, en la Universidad de Buenos Aires. Al recibir ese título, correspondió al comprovinciano Nicolás Avellaneda el discurso de protocolo. “El trabajador de la inteligencia encuentra siempre en sí mismo una compensación; y no hay verdad penosamente adquirida tras largos desvelos, que para él no se convierta en una alegría, en una fiesta interior o en una voluptuosidad del pensamiento”, reflexionó entonces el futuro ministro y presidente.

Días después, Avellaneda escribía a Tucumán, a don José “Pepe” Posse. “Regresa a Tucumán nuestro comprovinciano Tiburcio Padilla, después de terminar con grandes éxitos y singular prestigio sus estudios universitarios. No ha querido quedarse. Lo arrastra a Tucumán el amor de sus padres, la voluntad de dar a sus paisanos la ciencia adquirida”, decía.

Y quizá, agregaba, lo instaban al regreso también “unos ojos negros y grandes, luminosos, que no han conseguido borrar la gracia picaresca de las porteñas. Viéndolo desde aquí en nuestra aldea, mido el cambio, el contraste, y tengo miedo de él, por su ciencia, por sus optimismos; y he pensado en usted, que ha sabido defender su original personalidad, para pedirle sea la mano de usted la primera que se le tienda, la primera que encuentre a su llegada”.