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GREGORIO ARÄOZ DE LA MADRID. Medalla acuñada por el Gobierno de Tucumán con motivo del centenario del nacimiento, en 1895.

La Madrid, no Alberdi, Roca o Avellaneda


El doctor Juan Heller (1883-1950) solía conmemorar los aniversarios de la Corte Suprema de Justicia de Tucumán (que presidió desde 1929 hasta su muerte), con jugosas disertaciones sobre los temas más variados. En una de ellas, pronunciada en la década de 1930, ensayaba un original análisis de la personalidad del tucumano. Uno de los párrafos se detenía en las personalidades que, desde siempre, admiró el pueblo de la provincia.

Decía que el “héroe popular” de Tucumán “no es Alberdi, el organizador que desarrollaba los problemas sociales y jurídicos como las incógnitas de un teorema. No es Avellaneda, el estadista de la capitalización, de las comunicaciones, de la tierra pública y de la universidad: hoy, apenas el gran presidente vive en la memoria de su elocuencia emocionante y magnífica, como el jirón de púrpura de nuestro crepúsculo. Tampoco lo es el general Roca, extraño caso de señorío político argentino”.

Afirmaba que el héroe tucumano “es el general La Madrid, con todas las prendas y todos los defectos del pueblo ingenuo, valiente, generoso, desgraciado y que no admira las grandes virtudes heroicas y exige de su caudillo las cualidades que lo asimilan con el alma colectiva. Había que ponerse junto a (José María) Paz que, en sus memorias, lo fulmina con una frase que separa dos culturas y dos tendencias”.

“El ejército, falto de hombres, armas y víveres, emprende la campaña organizadora. Se espera el gran refuerzo riojano que trae La Madrid, quien se presenta con 300 hombres, pocas armas y vestuario raído, pero con unas cornetas relumbrosas que llamaban la atención. En desquite -agrega Paz- trajo un repuesto de vidalitas con que nos empalagó a todos”…