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CARLOS PELLEGRINI. Un dibujo de “Caras y Caretas” lo retrata en la estación, sombrero en mano, despidiéndose de amigos.

Dirigida a Tucumán, a don Pedro Alurralde.


El 20 de noviembre de 1902, el ex presidente Carlos Pellegrini escribía a Tucumán, a su amigo Pedro Alurralde. Ante las próximas elecciones, decía que el gran mal del país era “la supresión completa de la iniciativa y de la acción popular y el poder absoluto de los jefes o caudillos”.

En el caso de Tucumán, decía, “tienen ustedes una provincia pequeña y riquísima”, con “un grupo de hombres inteligentes, enérgicos, de iniciativa y de trabajo, de posición desahogada y acción independiente. Social y económicamente, han colocado a la provincia en el primer rango”. Pero, “políticamente, me recuerdan el caso de los 200 gallegos que se excusaron de haberse dejado asaltar y robar por cuatro ladrones, porque iban solos”. Lo mismo pasaba en Buenos Aires.

“No, mi amigo, el remedio a todos los males no está en que (Julio Argentino) Roca y yo nos unamos para dar vuelta al manubrio y hacer andar la máquina, aunque ande para atrás; sino que todos ustedes se unan y resuelvan, empezando por formar allí un gran centro, que lance a toda la República una invitación a reunirse en gran asamblea o convención popular, con independencia de toda acción oficial”. Y allí adoptar “los medios necesarios para volverle la vida al cuerpo electoral, y para que la próxima cuestión presidencial tenga una solución verdaderamente popular”.

Esto de modo que el nuevo gobierno posea “el concurso de opinión, sin la cual no podrá remover los grandes obstáculos que tienen detenido el progreso nacional. Si Tucumán iniciara y consiguiera esto, habría consagrado nuevamente nuestra independencia política”. Era capaz de reconciliarse con Roca; pero para invitarlo a un largo paseo por Europa. “Los dejaríamos solos en el río, y tendrían que nadar o ahogarse. Pueden estar seguros que nadarían y llegarían a la orilla”.