El concuñado Juárez Celman como sucesor
Es generalmente aceptada la versión de que el tucumano Julio Argentino Roca impuso a su cuñado Miguel Juárez Celman para sucederlo en la presidencia, en 1886. En su libro de 1930, “Mis memorias”, Ezequiel Ramos Mexía (ver), calificado testigo de la época, lo desmiente. “No creo que sea justo el cargo”. Expresa que él y su grupo (Lucio V. López, Roque Sáenz Peña, Luis Lagos, Lucio V. Mansilla, por ejemplo) fueron quienes fogonearon la nominación de Juárez Celman. Sin ese concurso, dice, “aquella candidatura no habría tomado el vuelo que la impuso después”. Recordaba que el gobernador de Buenos Aires, Dardo Rocha, no perdía ocasión para “hacer demagogia” con el objeto de atraer a las provincias a sus filas. Dice el memorialista que la candidatura Juárez “con nuestro aporte se hizo posible, y lo que nos decidió a prestarle lo fue la convicción de que sería el único medio de vencer a Dardo Rocha”.
Para Ramos Mexía, “en necesario ser mal psicólogo para imaginar que si Roca hubiera querido poner en la presidencia de la República un teniente, para seguir gobernando después de abandonarla, se hubiera decidido precisamente por su rival de Córdoba”. Juárez Celman, durante su gobernación de aquella provincia, “le había disputado sus prestigios, acaso con envidia, a pesar del estrecha vinculación de familia que los ligaba y de la ayuda que le había prestado en la campaña presidencial”.
Además sabía Roca “demasiado bien, que su cuñado no era hombre de dejarse llevar de la mano, y no ignoraba que alguno de sus turiferarios más adictos no le tenían exagerada devoción. Fue público y notorio entonces, que los directores de la campaña ‘juarista’ se lo pasaban comunicándose los gestos y ademanes del presidente, para adivinar inclinaciones que no lograban descubrirle”.