El golpe tucumano de 1867 según un testigo.
El 18 de julio de 1867, desde Tucumán, Angel Arcadio Talavera escribió al vicepresidente de la Nación, Marcos Paz, para “narrarle los desagradables sucesos ocurridos en esta ciudad el 30 del pasado, a las dos de la tarde”. Se trataba del derrocamiento del gobernador Wenceslao Posse.
Cuenta que estaba “en el café, de mosquetero en el juego de la pechanga, en que jugaba el gobernador don Wenceslao Posse, cuando entró el dueño de casa y dijo: ‘No sé qué novedad ha ocurrido, en el principal (así se llamaba al Cabildo) se oyen tiros”.
Talavera salió con Posse: pensaban que era alguna pelea entre gente de la Guardia Nacional. Fueron rumbo al Cabildo “y cuando llegábamos a la calle del paseo, vimos correr un grupo de hombres al café de Valladares, tocando los tambores a tropa. Continuamos hasta el primer arco del Cabildo, siempre por el paseo; entonces le dije al gobernador: ‘Esta es una revolución y consumada; ahí está (Octavio) Luna en la galería alta, dando vivas a la Libertad y al doctor (sic) Taboada (se refería a Manuel Taboada, gobernador mitrista de Santiago) y mueras a usted; esto es terminado, volvamos”. Posse se quedó en la tienda de José Uriburu, “en medio de tiros y gritería consiguiente”. Al poco rato los alzados lo llevaron preso, “bien escoltado y engrillado, sufriendo una buena salva de injurias, como es de orden en estos casos”.
Desde el cautiverio, Posse renunció. Se reunió la Legislatura y Talavera, que la integraba, dijo que era indigno para la Sala “aceptar renuncia de un gobernador preso, ni nombrar interinos”. Pero la aceptaron y nombraron “a Luna de interino por dos meses”.