El Congreso ante los comicios de Tucumán.
El 5 de abril de 1816, el Soberano Congreso de las Provincias Unidas, tuvo la primera de las varias sesiones que dedicaría a la espinosa elección de los diputados por Tucumán. Se había incorporado al cuerpo sólo uno de estos, el doctor José Ignacio Thames, y faltaba elegir a los otros dos, ya que las objeciones contra la votación habían suscitado las renuncias de los doctores Pedro Miguel Aráoz y Juan Bautista Paz antes de incorporarse.
El Congreso había dispuesto que una comisión estudiara la legalidad de aquellos comicios y que, mientras tanto, se eligieran suplentes provisorios, para que la representación estuviera completa. En esta sesión, cronicaba “El Redactor”, se abrieron dos pliegos del Cabildo tucumano, “que contenían dos representaciones en consulta de varias dificultades relativas a la elección de nuevos diputados suplentes de los dos anteriormente electos, cuyo juicio de elecciones está pendiente”. El asunto fue girado a la comisión respectiva.
El resto de la sesión, se dedicó a confeccionar un oficio, dirigido al Director Supremo, a Buenos Aires. Ese documento acompañaría la remisión de la copia del decreto de indulto general sancionado en la víspera por la corporación, que debía ser impreso para difundirlo. El texto fue aprobado por los diputados.
“El Redactor” agrega que “en este estado, se mandó despejar la barra y se hizo relación de un asunto de importancia, que debía tratarse con reserva”. Por cierto que no conocemos su naturaleza, ya que aún el Congreso no había acordado llevar un libro de actas de sesiones secretas.