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“ÚLTIMA PALABRA DEL AUTOR”. Texto con el cual Julio P. Ávila cerraba su libro y que decidió omitir en la edición.

La “última palabra” en “La ciudad arribeña”


En 1920, Julio P. Ávila (1868-1932) editó una obra cuya importancia dentro de la historiografía tucumana se mantiene intacta. Me refiero a “La ciudad arribeña. Tucumán 1810-1816. Reconstrucción histórica””, tomo de 474 páginas que se estamparon entonces en los talleres de LA GACETA.

Pasaron los años y la obra de Ávila se hizo inhallable. En 2004, el memorable sello de la UNT, “Ediciones del Rectorado”, que dirigía Alba Omil, lo reimprimió en edición facsimilar, agotada en poco tiempo. Hace unos meses, en 2016, apareció una tercera, también facsimilar, en la “Colección del Bicentenario” de la Fundación Miguel Lillo.

Pero hay un texto que no se publicó en ninguna de las tres. Ávila lo redactó en 1920, pero cambió de idea y lo omitió en el último momento. A fines de los años 70, tuve en mis manos el original manuscrito -519 páginas- de “La ciudad arribeña”, y pude fotocopiar esas líneas. Para que no se pierdan definitivamente, las transcribimos aquí. Llevaban por título “Última palabra del autor”

Decían: “Siento que recién, en el ocaso de mi vida, me haya sido posible escribir esta obra, con la cual, según mis ideas y sentimientos, saldo mi deuda de gratitud con la provincia de mi nacimiento. Empleado, desde mi primera juventud, de la nación o la provincia, he carecido siempre de medios para nutrir el espíritu de ciencia, y de tiempo para realizar investigaciones históricas, anhelos de toda mi vida. Así, pues, bien tarde, puedo ofrecer mi ofrenda a este pedazo de suelo, el más hermoso y querido de la gran patria argentina, no sin rubor, porque soy el primero en reconocer su escaso mérito. Julio P. Ávila”.