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NICOLÁS AVELLANEDA. El estadista tucumano en un busto que conserva el Museo Histórico Sarmiento, en Belgrano.

En el tomo III de los “Escritos y discursos” de Nicolás Avellaneda, se compilan varias páginas con párrafos sueltos del …


En el tomo III de los “Escritos y discursos” de Nicolás Avellaneda, se compilan varias páginas con párrafos sueltos del diario personal del ilustre tucumano. No están fechados, y la mayoría de las personas nombradas no llevan otra identificación que una inicial.

No se sabe si así se redactó el original (que no está guardado en archivos públicos) o si la familia impuso a los editores la censura de nombres y fechas, con propósitos de discreción. De todas maneras, vale la pena mirar esas confesiones a solas.

“Me confirmo cada día en una observación de experiencia”, dice un párrafo. “No hay resolución política, por buena y acertada que sea, que no encuentre inconvenientes en su ejecución. Un día, los inconvenientes hablan, todas las objeciones se levantan. Y los débiles fracasan delante de las resistencias, y los fuertes saben sobreponerse a su poder, que muchas veces no es sino aparente”.

Termina: “Me refería a eso cuando, en la carta al doctor (Onésimo) Leguizamón, he dicho: que para todo plan político hay un día de lluvia y de sol, y que es necesario tener firmeza para que los primeros pasen”.

Otro asiento (que puede fecharse con certeza en 1878), expresa: “Sarmiento escribe hoy en ‘El Nacional’. Sus primeros artículos fueron un estampido. Escribe mucho sobre sí y no escribe, sin embargo, por su cuenta. Su reaparición recuerda al Cid muerto o envejecido, colocado sobre su caballo de guerra por sus tenientes o sus rivales y peleando batallas para otros”.

En otra anotación, reflexiona: “El orgullo suele venir con las altas posiciones, y se muestra petulante, desdeñoso y, a veces, brutalmente insolente en sus formas”.