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CATEDRAL DE CÓRDOBA. El tesorero Castro y Careaga solicitaba que lo ascendieran a arcediano.

La posibilidad de que insistiera en dimitir.


En la sesión del 7 de junio de 1816, el Congreso de las Provincias Unidas dio a lectura a varios oficios venidos de Buenos Aires, y por cierto con enorme atraso. Uno era del Director interino, Antonio González Balcarce, del 11 de mayo, donde daba cuenta de las gestiones que se hacían ante Santa Fe y la Banda Oriental.

Otro, del mismo remitente, acusaba recibo de la comunicación en la que el Congreso le notificaba la designación de Juan Martín de Pueyrredón como Director Supremo. Avisaba que la hizo publicar por bando. Un tercer oficio de González Balcarce acusaba recibo de la orden del 3 de mayo, donde se le ordenaba que se entendiera con Pueyrredón, “reglando su conducta con sujeción a las prevenciones que tuviese a bien impartirle”.

La Junta de Observación y el Cabildo de Buenos Aires informaban su acatamiento al nuevo Director Supremo, “complaciéndose de la elección”. Otro oficio de la Junta, elevaba copias de la renuncia que González Balcarce hizo de su cargo de Director interino: le habían respondido advirtiéndole que la presentase ante el Congreso. Se acordó contestarle que tal era el criterio correcto y que, en caso de insistir el Director en su dimisión, “la verificase como corresponde”.

Otros dos oficios venían de Córdoba. El gobernador informaba sus “activas providencias” para recaudar el empréstito sobre los españoles europeos, y el otro presentaba ese informe del “estado general de dicha provincia”, que la corporación había ordenado. Finalmente, el tesorero de la Catedral cordobesa, Juan Francisco de Castro y Careaga, pedía su ascenso “a la silla de Chantre o Arcediano de la misma iglesia”.