
En la guerra del Paraguay y en los fortines.
El capitán Ignacio López no figura en los diccionarios biográficos, ni lleva su nombre una calle. Pero, respecto de los méritos de este tucumano, vale la pena transcribir los fundamentos que el senador David Ovejero dio, para solicitar una pensión a su favor, en el proyecto presentado en el Senado Nacional el 14 de setiembre de 1909.
“Declarada la Guerra del Paraguay y requerido el contingente de las provincias, la de Tucumán lo prestó con un batallón de su nombre, en cuyas filas se alistó como voluntario el joven Ignacio López y en calidad de soldado”, expresaba Ovejero.
En esa campaña, López “fue combatiente en todos los encuentros sangrientos que la han hecho memorable”, y el soldado raso ascendió a capitán por sus méritos. Después, “formó parte de la expedición militar encargada al entonces teniente coronel Julio Argentino Roca”. Llenada esa misión, Roca lo destinó a la defensa de la frontera del norte contra los malones de indios del Chaco, “formándose al efecto un Escuadrón de Dragones cuyo mando se le confió”.
Ya “establecido el servicio de fortines y garantida la seguridad de las fronteras, después de tres años de labor cruenta e ingrata, el señor López pidió su baja y separación del Ejército”. Se retiró entonces “al campo de la lucha privada, sin demandar el amparo de la gratitud nacional”. Así, “fue un buen ciudadano, después de haber sido un afortunado y cumplido soldado”.
En la actualidad, decía Ovejero, “es un anciano, inútil para las fatigas del trabajo que no ha eludido en la plenitud de su vida”, Le parecía justo acordarle 200 pesos de pensión anual. La iniciativa fue aprobada.