El tucumano Miguel García, franciscano.
Una figura sobresaliente en la historia de los Padres Franciscanos en Tucumán, fue fray Miguel García. Era tucumano, hijo adoptivo de don Felipe García y doña Ignacia Saavedra, y había nacido en 1853. A los 18 años vistió el hábito de novicio, y un año después profesó la regla de San Francisco. El 16 de agosto de 1875 fue ordenado sacerdote. Por espacio de 30 años fue el guardián de la comunidad de San Francisco en Tucumán y, entre otras funciones, se desempeñó varias veces como Definidor y Custodio de la Provincia Franciscana.
Fray Miguel García tuvo rol protagónico en la reconstrucción del templo de San Francisco, durante la década de 1880, que dio como resultado el aspecto actual del histórico edificio.
En lo espiritual, formó a incontables alumnos, sacerdotes y seglares, que se educaron en el convento. Era un religioso constante en practicar el bien y heroico en el cumplimiento del deber. Amaba el retiro y la soledad, y desdeñó todas las posibilidades de figuración que se le brindaron. Los fieles lo buscaban insistentemente para confesarse.
“Cuanto bien hizo en las almas, sólo Dios lo sabe”, escribió el padre Urquiza. “Nosotros sólo podemos decir que poseía el don singular de atraer a los pecadores, de doblegar las resistencias a la práctica de la virtud, enternecer los corazones, mejorar las conciencias y santificar las almas”. Murió en su convento el 4 de agosto de 1921. Al conocerse su muerte, todas las campanas de la ciudad doblaron en señal de duelo.