Relampagueo de instintos y espontaneidades
En el verano de 1910, Juan B. Terán redactó un ensayo que se publicó parcialmente ese año con el título “Tucumán y el norte argentino”. En 1939, Alfredo Coviello lo reprodujo íntegro. Interesan los párrafos finales, donde el fundador de la Universidad se refería a su tiempo actual de 1910.
Recordaba Terán que en ese momento la provincia estaba poblada por 380.000 habitantes y “agitada por un movimiento industrial de colmena”. En efecto, “es uno de los tres mayores centros de atracción dentro del país. Sus cosechas valen más de 50 millones de pesos. Las labranzas trepan ya las faldas de las montañas y los canales de riego suenan su canción monótona, y, sin embargo, siempre alegre y fresca, en tierras antes resecas y yermas. Más de cinco millones de pesos gastan sus servicios públicos. Costea institutos de investigación agrícola y científica que alguien ha pensado federar con fines universitarios”. Con estas palabras se refería a su proyecto de Universidad, que dormía en la Legislatura desde 1908 y dormiría hasta 1912.
Seguía. “Escuelas y villas y chimeneas diseminadas en toda su extensión, señalan los esfuerzos felices de cincuenta años, fundados sobre la sangre y dolores de otros cincuenta. Pero las pasiones que los suscitaron y las modalidades que imprimieron no han pasado, no han podido borrarse del todo, en esta materia que nada olvida, que es el alma humana”.
Así, “de vez en cuando relampaguean, como surgidos de un fondo disimulado apenas, instintos, espontaneidades de aquellos primeros cincuenta años, que también tienen detrás otros cincuenta. Los seguimos viviendo todavía un poco, no obstante las escuelas, las chimeneas, las cosechas, las ciudades que han transformado hasta la fantasía el aspecto material de nuestro suelo y de nuestro pueblo”.