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JUAN MANTOVANI. El filósofo tucumano elogiaba su libro “Los museos y la realidad histórica”, en 1939.

Era “un trampolín para lanzarse al futuro”


Corría 1939 cuando el profesor Juan Mantovani editó un libro titulado “Los museos y la realidad histórica”. Envió un ejemplar a Tucumán, al doctor Alberto Rougés, quien se lo agradeció en una entusiasta carta del 2 de noviembre de ese año.

Decía Rougés que al leer esas páginas se había sentido “en comunidad de anhelos” con Mantovani, “y de comprensión de la historia y de la vida espiritual, tan incomprendidas por el pensamiento predominante en el siglo XIX, lastrado de materialidad”. El filósofo tucumano no titubeaba en declararse “cada vez más convencido de que el cabal discernimiento de aquellas ha de traer una honda y benéfica transformación social”.

Opinaba que “no merece ser dirigente de una sociedad quien no es la conciencia misma de ésta, y para serlo necesita vivir su historia”. Ella era “el trampolín necesario para lanzarse vigorosamente hacia el futuro”. Quien prescinde de la historia, consideraba, “nada duradero podrá crear, y su acción, en vez de benéfica, será nociva para la sociedad”. Añadía que “no han sido raros entre nosotros los espíritus extraños al ambiente histórico, que han tenido una función dirigente, para nuestro mal”.

Le resultaba, “en cambio altamente grato, comprobar que un hombre de gobierno, como desde la alta cátedra que ocupa, enseña a comprender agudamente la función de la historia en la vida de la sociedad. Es decir, a ver en esta, ante todo, un ser espiritual, capaz de actualizar, en cierta medida, su pasado y su futuro”. Terminaba: “me complazco en ver en ello el signo de la época nueva que soñamos”.